miércoles, 18 de junio de 2008

Cromos

-¿ A tí no se te ha pasado nunca por la cabeza?.
- ¿El qué?.
- La sensación de que en el placer, que al final es la cuestión que verdaderamente importa, las mujeres nos llevan ventaja.
- Bueno, las mujeres son multiorgásmicas.
- Sí, eso también. Hay que joderse: nosotros tenemos que ir de uno en uno.
- Tampoco es para tanto: yo no me quejo.
- Sí, pero no es sólo eso. Es algo menos obvio. Lo que quiero decir es que su relación con el placer es mucho más libre.
- A ver, explícate.
- Pues, no sé. Los hombres vivimos en una angustia falocéntrica que hay que resolver eyaculando a cualquier precio. Las mujeres son muñecas, excusas , objetos, y la mayor parte de las veces el placer es esa anécdota que ocurre mientras intentamos alcanzar a toda costa la última estación. Luego, cuando te bajas del tren, te preguntas :"¿ pero qué hago yo aquí?". Hay un salto entre la belleza de algunas mujeres, ese cromo perfecto que todos los hombres querrían en su colección, y su uso y disfrute, que es casi siempre algo urgente y absurdo.
- Mi mujer no es un cromo, oye.
- Porque tú lo digas. Entre las pegatinas de los transformers que coleccionabas de pequeño y la foto de tu novia de entonces que me enseñaste como un trofeo, yo no veo gran diferencia. Es la misma metafísica infantil.
- Y ahora es cuando dices que cualquier tiempo pasado fue mejor.
- No, no iba a decir eso. Iba a decir que las mujeres nunca coleccionaron cromos con el mismo afán. Su tren nunca tuvo fijada la estación de destino. Y sólo quien no está obligado a buscar el placer, puede tener la fortuna de encontrárselo.

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